Sujetaban tierras y servían para construir caminos,
domaban las aguas y evitaban destrozos en la
siembra, creaban fronteras en el campo que
mantenían a vacas y cabras en libertad condicional.
Ahora, derrumbados en muchos lugares,
aparentemente sin oficio ni beneficio, podemos
observar sus restos desperdigados cuando
caminamos despacio por el campo. Sus piedras están
ahí, semiocultas en la tierra, aguardando a que
alguien las ponga una sobre otra y les dé sentido de
nuevo.

En 2023, el Comité de Salvaguardia del Patrimonio
Cultural Inmaterial de la Unesco consideró que “los
muros de piedra seca desempeñan un papel
esencial en la prevención de corrimientos de tierras,
inundaciones y avalanchas”, y declaró que estas

construcciones son un patrimonio vivo que debe
transmitirse para mantener el respeto a la diversidad
cultural y de la creatividad humana. Utilidad y
recuerdo para convocarnos a la necesidad de acción:
“protege el recuerdo y transmítelo para saber quién
eres” parece que nos han dicho.
En La Hiruela se está recuperando “la senda de la
fuente del lugar”, la que unía huertas y lavadero. Para
mí, la más hermosa del pueblo. Arreglamos el primer
tramo respetando la forma de construir tradicional, y
lo hacen un grupo de cinco trabajadores de la
Asociación Redes de Educación, Patrimonio y Cultura
de Braojos (idealistas serranos con un plan realista)
con el apoyo económico de la CAM, el Gobierno de
España y los Fondos Europeos Next Generation. Y
está quedando preciosa. El 13 y 14 del próximo julio
darán un curso gratuito para que todos aprendamos
a construir, recordar y reconocer el trabajo que hacían
los que allí vivieron para convivir con la naturaleza.
Estáis todos invitados, os esperamos.

Antonio Viedma en Boletín de la Mancomunidad de la Sierra del Rincon  ver

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